EL MAESTRO DE ESGRIMA, de ARTURO PÉREZ REVERTE “No le cabía la menor duda de que aquel hombre era un canalla; pero lo había visto llegar ante la puerta de Lhardy en una impecable berlina tirada por dos sobrbias yeguas inglesas, y los dedos finos y cuidados que retiraban la vitola del habano lucían un valioso solitaio montado en oro. Todo eso, más su elegante desenvoltura y los precisos antecedentes que había ordenado reunir sobre él, lo situaban automáticamente en la categoría de canallas distinguidos.” |