EL SEÑOR IBRHIM Y LAS FLORES DEL CORÁN, de ERIC EMMANUEL SHIMITT “-¿Por qué no sonríes nunca, Momó? -me preguntó el señor Ibrahim. Esa pregunta me sentó como unpuñetazo, como una patada para la que yo no estaba preparado. -Sonreír es cosa de ricos, señor Ibrahim. Yo no me lo puedo permitir. Pues justo para darme la vara, sonrió. -¿O sea que tú crees que yo soy rico?” |