CYRANO DE BERGERAC,de EDMON ROSTAND


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CYRANO DE BERGERAC,de EDMOND ROSTAND

 (Es este momento una racha de aire hace caer algunas hojas.)
Cyrano.- !Las hojas!
Roxana.- (Levantando a cabeza y mirando hacia los árboles del fondo.) !Qué hermoso su matiz amarillento! !Miradlas!… !Cómo caen!…
Cyrano.- !Qué bien caen! Presienten que a morir van entre el cielo, y a la tierra al saltar desde la rama, con ser breve el tristísimo trayecto, quieren que su descenso o su caída tenga la gracia angelical de un vuelo.
Roxana.- ¿Eres melancólico?
Cyrano.- No…
Roxana.- Pues entonces dejemos a las hojas y algo nuevo contadme. ¿Mi gaceta?…
Cyrano.- Ahí va.
Roxana.- Explicaos. 

EL PRINCIPITO, de A. DE SAINT-EXUPERY


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EL PRINCIPITO,de A. de SAINT-EXUPERY

” Miré pues, la aparición con los ojos absortos por el asombro.No olvidéis que me encontraba a mil millas de toda región habitada. Además el hombrecito no me parecía ni extraviado, ni muerto de fatiga, ni muerto de hambre, ni muerto de sed, ni muerto de miedo. No tenía en absoluto la apriencia de un niño perdido en medio del desierto, a mil millas de toda región habitada…”

COMO AGUA PARA CHOCOLATE, de LAURA ESQUIVEL


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COMO AGUA PARA CHOCOLATE,de LAURA ESQUIVEL

” Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior, no las podemos encender solos, necesitamos oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender una de las cerillas. Por un momento, nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. “

EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO,de J.D. SALINGER


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EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO, de J.D.SALINGER

“¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? (…) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura”.

LA ISLA DEL TESORO, de R.L.STEVENSON


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LA ISLA DEL TESORO, de R.L.STEVENSON

“Pasó mucho más tiempo de lo que el Squire calculaba antes de que estuviéramos listos para zarpar, y ninguno de nuestros planes -ni siquiera el del doctor Livesey, de tenerme a su lado- pudo realizarse como lo pensamos. El doctor tuvo que ir a Londres en busca de un médico que se encargase de su clientela; el Squire trabajaba como un negro en Brístol; y yo vivía en su mansión al cuidado del viejo Redruth, el guarda de caza, casi como un prisionero, pero lleno de ensueños marítimos y de deleitosas imaginaciones de extrañas islas y aventuras. Horas enteras me pasaba sobre el mapa, y recordaba sus más nimios detalles.”